Si te gustan los cuentos bien narrados y las películas que no se parecen a ninguna otra, no deberías dejar de ver esta genial y singular historia del director norteamericano Tim Burton. Big Fish es una mezcla exquisita de drama, comedia y fantasía, una red entretejida de historias reales y exageradas. Trata de la fascinante vida de Edward Bloom, un viajante que ha convertido los hechos más simples de su existencia (su nacimiento, su primera gripe, el momento en que emigró a la ciudad, e incluso un día de pesca), en aventuras tan fascinantes y espectaculares, tan llenas de misterio, que por unos minutos nos olvidamos de la lógica y de que la magia no existe, y nos permitimos fantasear. Sirenas, un gigante, un hombre lobo, actrices siamesas chinas, brujas que muestran el futuro... estos son los seres que ha tratado Ed Bloom durante su vida; y, poco a poco, según avanza la película, vemos cómo los personajes y los lugares se repiten y evolucionan. Pero su hijo, William, que regresa desde París al saber que su padre está moribundo, es el único que se niega a disfrutar de sus relatos: no quiere fantasías, quiere la verdad, descubrir qué hay de cierto en los hechos que su padre le ha contado desde su niñez. Se niega a creer que la vida de su padre haya sido tan asombrosa. Y, según va investigando, descubrirá con sorpresa que las cosas más normales pueden ser las más fantásticas según quien las mire, haciéndonos dudar de los límites de lo posible. A fin de cuentas, la realidad no existe, es solamente una demarcación que nos autoimponemos, y Tim Burton juega extraordinariamente, como siempre, con esa posibilidad. Emocionante, divertida y entrañable, es una película que te cautivará, que hay que ver para admirar la vida con otros ojos.
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