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NUNCA HE QUERIDO DIOSES CRUCIFICADOS

Nunca he querido Dioses Crucificados.
Luis Cernuda, Un Verano en Huelva.


Joaquín del Campo


 
 
  EL 8 DE DICIEMBRE DE 1931 ABANDONA Luis Cernuda ( Sevilla 1902- México D.F., 1963)  su trabajo en la Librería  de León Sánchez Cuesta  para ingresar en las recién nacidas Misiones Pedagógicas que fueron creadas por Decreto a finales de Mayo de ese mismo año y que constituyen una de las más interesantes aportaciones de la República a las reformas socio-educativas del feliz Régimen establecido. Las Misiones Pedagógicas tenían como objetivo:

 Llevar  a las zonas rurales apartadas los recursos de alegría culta de que se hallan generalmente privadas, estableciendo mediante el diálogo y la convivencia un contacto espiritual que suele originar vínculos de comprensión y amistad.
   
Cernuda participa activamente en el llamado Museo del Pueblo o Museo Circulante; este Museo se componía de  dos colecciones de 14 copias de Berruguete, Sánchez Coello, El Greco, Ribera, Velázquez, Zurbarán, Murillo y Goya;  pertenecientes al Museo del Prado y realizadas por los pintores Ramón Gaya, Juan Bonafé y Eduardo Vicente.  Se exponían durante varios días en algún local  del pueblo visitado y por las tardes  se daban charlas sobre los cuadros al público que asistía, al que se le solía regalar reproducciones en fototipia o huecograbado y se proporcionaban reproducciones de un tamaño mayor para la escuela.
Durante  julio y agosto de 1934, el autor de Donde habite el Olvido,  viajará con  Las Misiones  a Aracena,  Ayamonte, Calañas, Isla Cristina, La Palma del Condado y Moguer, y pasará también unos días de descanso en Huelva y Punta Umbría; además de visitar Vila Real de Santo Antonio en  el Algarve portugués.
En Huelva acudió a visitar a sus amigos Adriano del Valle, Rogelio Buendía y Fernando Villalón, fundadores de la  revista onubense de vanguardia Papel de Aleluyas y a  José Caballero, al que conoció en la Residencia de Estudiantes  en 1931 cuando la Sociedad de Cursos y Conferencias de dicha entidad organizó una representación en teatro de guiñol de Historia de un soldado   de Stravinsky, cuyo texto original de Ramuz tradujo Luis Cernuda; la dirección escénica fue de Cipriano Rivas Cherif, la dirección musical de Ernesto Halffter y la dirección artística  de Daniel Vázquez Díaz que encargó a su mujer la escultora Eva Aggerholm las marionetas y a José Caballero el decorado del telón general. Así a su llegada a Huelva, fue recibido por el joven pintor que se convirtió en guía y memoria fotográfica de   sus estancias en Huelva y Punta Umbría, donde José veraneaba.

En una postal que el poeta envió a Bernabé Fernández-Canivell, el impresor del paraíso, el 14 de Agosto de 1934 le dice:
Aquí llegué sin conocer  a nadie. Mas el retrato de la Antología ha hecho que me reconozcan unos muchachos y buscasen mi amistad. ¿Puede pedirse más a la poesía?

La Antología a la que se refiere Cernuda es el libro La Invitación a la  Poesía; antología de sus poemas , que se edita en Enero de 1933  y en la que se incluía un retrato del poeta.  Es  ese retrato, el que hace que uno de los muchachos con los que se encuentra el poeta mientras paseaba por los Cabezos del Conquero, le reconozca. El grupo de  Misioneros y amigos los recibirá  con alegría y pasearán hablando de poesía, de la vida y del amor, divisando el atardecer anaranjado y rosa que se esparce cautivo  sobre las suaves marismas que abrazan al  Odiel.  Será pues ese encuentro, el que el autor de Los Placeres Prohibidos idealizará en el magnífico poema que fechó el 22 de agosto, ocho días después de enviar la postal:


                   Te hubiera dado el mundo
                   muchacho que surgiste 
                   al caer de la luz por tu Conquero
                   tras la colina ocre,
                   entre pinos antiguos de perenne alegría.

Cernuda que siempre había tenido una actitud despectiva hacia la política, sin embargo en las actividades de las Misiones se entrega de forma enérgica y apasionada y es feliz cuando llega a los pueblos y :
Los chicos nos daban escolta a un lado y a otro. Siempre nos sorprendía la limpieza de sus ojos infantiles. Tenían tal el brillo y vivacidad que me apenaba pensar  como al transcurrir el tiempo, la inercia, la falta de estímulo y sordidez de ambiente ahogarían las posibilidades humanas que en esas miradas amanecían.

Estos viajes con las Misiones  despiertan en el poeta un latido nuevo, no sólo en lo personal sino también en su relación con la sociedad con la que siempre había estado distante, y así lo  escribirá  en los Diarios que siempre le acompañaban  en los viajes,
  Como si tuviese delante de mi un no sé qué siempre deseado: parece que es la vida misma  lo que me aguarda y que, al unirme con ella, dejaré de ser esta oscura sombra, ávida e insoportable, que arrastro conmigo.

Estos días onubenses fueron alegres y dichosos en lo personal y felices y fértiles  en lo creativo, pues de esos días surgirán muchos de los poemas de  Invocaciones. Fueron también días de descubrimientos y emociones, de alegrías y encuentros con amigos -olvidadas ya  las heridas de su alejamiento de  Serafín Fernández Ferro-, instantes en los que la realidad y el deseo que tan separadas estuvieron en su  vida, aquí cubrieron como aladas espumas su alma y nos dejó, ya para siempre,  uno de los más hermosos poemas que escribió y que abre no sólo el libro, sino que precipita su mirar  hacia algo nuevo, distinto,  diferente :
 Y tus labios, de bisel tan terso,
            eran la vida misma,
            como una ardiente flor
            nutrida con la savia
            de aquella piel oscura
              que infiltraba nocturno escalofrío.
            Si el amor fuera ala [.........]
            Y entonces,
                     con sus luces el violento Atlántico  
            tantas dunas profusas, tu Conquero nativo,    
              estaban en mí mismo dichos en tu figura,
    divina ya para mi afán con ellos,                                                                  
         porque nunca he querido  dioses  crucificados,                            
 tristes dioses que insultan
              esa tierra ardorosa que te hizo y te hace.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu blog, y esta entrada la voy a utilizar con mis alumnos de 4º de ESO.
Saludos, María.